jueves, noviembre 29, 2007

Eran los años setenta, tenía trece años y cada vez que entraba al salón de clase después de un recreo encontraba un obsequio sobre el escritorio. Flores, cartas, postales. Todo firmado por "El Fantasma". Todo el grupo sabía quien era el remitente y la entrada al aula era motivo de chistes y risas. A veces el obsequio era exclusivo para mi, otras venía acompañado de un "Para la Uruguacha y sus amigas, excepto Fulanita y Menganita", las dos feas de la clase, maldad adolescente a su máxima potencia. Las flores daban pie a que mis compañeros me cantaran una canción espantosa pero acorde al momento y a mi nombre: "Manda rosasss a ...." que se adaptaba según el tipo de flor que recibía ( "Manda petunias a ..."). Pero como bien dice el filósofo puntaesteño que es mi primo hermano: "Lo poco agrada, lo mucho enfada". Y el admirador se había puesto cargoso con su súbita popularidad. Y es así que un día, mientras caminaba por el patio del liceo con mis compañeras, me cansé de tenerlo siempre detrás mío susurrando cosas y me di vuelta para encajarle una soberana cachetada ( lo mío siempre fueron los extremos, nunca un equilibrio). No recuerdo su reacción inmediata porque seguro no me interesó pero al rato recibí la noticia de que el agredido estaba llorando en el baño y todavía tengo la imagen del rubio, asomado a una ventana, mirándome con un rictus de tristeza. Toda una puesta en escena que no me conmovió. Fue ahí cuando el acosador recibió el reto para pelear a la salida de quien había sido mi primer novio ( "dragoncito") pero que en ese entonces era el novio de mi mejor amiga ( siempre fui generosa y me gustó compartir). Y lo que sucedió fue que a la salida de clases, el retador le dio el reloj a mi amiga para que se lo cuidara y junto con el acosador partieron hacia la playa seguidos de un buen grupo de compañeros enfervorizados. Yo me fui a mi casa y me dediqué a pelear con mi hermana, quien me abrió la puerta del placard adonde me había encerrado para comunicarme que tenía visitas. Y las visitas eran los contendientes que hasta hace unas horas se odiaban y que a la tarde pasaron juntos en bicicleta a contarme el final de la aventura. Resulta que en pleno apronte en las arenas apareció el padre de mi amigo "defensor por voluntad propia" y se lo llevó de patitas en el aire y la contienda se dio por terminada sin vencido ni vencedor. Años después, en el cumpleaños de quince de mi mejor amiga, mientras bailábamos al son de la música disco, mi amigo "defensor por voluntad propia", que en ese momento era mi novio y el ex de la cumpleañera, saltó sorpresivamente sobre otro bailarín porque según él me estaba mirando. De esa contienda sólo recuerdo que perdí el cinto de mi vestido porque ya lo he dicho antes, el stress me hace reaccionar y actúo en lugar de quedar paralizada, así que me prendí en el entrevero.
Hace poco un hombre de cara conocida me saludó y yo respondí su saludo y seguí caminando. Al pasar sentí un "Ya no me conocés". Era mi amigovio de la adolescencia, hace años que no nos cruzábamos, conversamos un rato y nos morimos de risa. Por mucho tiempo compartimos nuestras vidas y en una etapa que nunca se olvida. A los veinte nuestros caminos empezaron a tomar otros rumbos. Cada tanto nos encontrábamos en alguna vuelta de la vida, los dos en distintas sintonías. A los cuarenta y pico lo hallé bien, menos destruído por la vida de lo que imaginaba. Me alegré por él. La vida es eso, etapas, personas que pasan o se quedan pero siempre dejan una huella o traen al verlos un recuerdo y mi memoria de él saltó a mis trece y a mis dieciseis años y a sus impulsivas y no solicitadas defensas.

jueves, noviembre 22, 2007


A veces ando confundida. Otras me parece entender pero enseguida todo se hace difuso. Esta es mi época de comprobar que no hay que tomarse todo tan seriamente. No hablo de reírse ante un inconveniente o de tratar de sacarle el lado positivo. Hablo de observar que la gente actúa de una manera o de otra según su conveniencia. Que puede compartir una velada de amigos y al otro día traicionar en un negocio. Y para la mayoría eso está bien. El mundo es una selva donde sobrevive el más hábil utilizando los recursos que le convengan. El que te palmea en el descanso es el que luego te va a hacer la zancadilla para llegar primero. Eso todavía no lo puedo comprender, lo entiendo pero no lo puedo asimilar desde adentro que es como se aprenden las cosas. Y entonces sufro, o paso nervios o me decepciono por ingenua, por no distinguir entre un trato comercial y una amistad. Por eso padezco tanto mi trabajo, porque me pongo demasiado la camiseta y es un desgaste continuo. Si fuera actriz tendría miles de patologías porque sufriría cada personaje como propio. Esto es lo que tengo que aprender: no preocuparme tanto, estar alerta, no confiar demasiado... pero la estocada final, el rematar al "rival" creo que nunca la daré. Tengo muchos defectos pero soy buena gente, de eso no tengo dudas. Y qué desgastante es ser buena gente moviéndose en una sociedad de aves de rapiña.
( No veo venir una traición pero veo una mano en la rama de un árbol ¿ viviré en una nube de pedos?)

Etiquetas:

viernes, noviembre 16, 2007

El "regalito" de Cambalache Emocional por mi cumple fue nominarme para realizar un meme.
¿Qué es un meme? ¿ Es un memo, un memorandum, un ayuda memoria?
Ahí va mi "meme" ( suena feo ¿eh?):

1º) Ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo.
2º) Recordar que en mi blog anoté que quiero ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo.
3º) Recordar que el post en que escribí que deseo ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo es del 16 de noviembre de 2007.
4º) Anotar en mi agenda que en el post del 16 de noviembre de 2007 de mi blog escribí que deseo ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo.
5º) Recordar leer mi agenda para acordarme que en el post del 16 de noviembre de 2007 de mi blog anoté que deseo ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo.
6º) Cambiarme el reloj de brazo para recordar que en mi agenda anoté que en el post del 16 de noviembre de 2007 de mi blog escribí que deseaba ser más organizada para de ese modo aprovechar mejor el tiempo.
7º) Recordar por qué m...eme me cambié el reloj de brazo.

martes, noviembre 13, 2007

Ayer a las veintitres horas llevé a mi hijo de dieciocho años a una emergencia médica. Le dolía la garganta y se sentía mal. Nos atendió un médico todo ajado ( no él, su ropa) que intentó cerrarme la puerta en la cara pero yo muy sagaz le puse la patita ( olorosa) y entré con un "Permisooooo". El hombre estaba de mal humor, se notaba. En un momento le preguntó a mi hijo por qué ante sus preguntas, él me miraba antes de contestar. Por supuesto a mi, sentada en un rincón, me ignoraba ( por sus modos seguramente ha ignorado a todas las mujeres que se han cruzado en su vida). Mantuve la calma, me quedé callada y no contesté con un exabrupto a su falta de educación. Dejé que atendiera a mi hijo sin más tensiones, a quien le diagnosticó llagas. Cuando el médico en cuestión dio por terminada la consulta, entregó las recetas a mi hijo y salió sin siquiera mirarme, la escorpiona, parando la cola, salió tras él para encontrarse con el susodicho discutiendo con un enfermero porque debía salir a atender una emergencia. Le pregunté a éste último mientras veíamos al galeno furioso recontorneándose hacia la ambulancia, si el problema era que estaba en crisis porque nunca tendría una menstruación. Mi hijo me preguntó que pensaba decirle cuando salí tras el gordo y le contesté que podría haber sido algo así: "Escuchame, cola hecha a pijazos, tendrías que estar felicitando a un chico que tiene la tranquilidad del apoyo y el cariño de su madre cuando lo necesita". La carcajada de mi hijo quizás le alivió el malestar. El usuario que paga no tiene la culpa de que esté de guardia, que trabaje muchas horas, que lo manden a cubrir todas la emergencias, que esté cansado a las once de la noche y que la naturaleza lo haya hecho tan feo para ser puto, problema de él si no encuentra novio.

Etiquetas:

domingo, noviembre 11, 2007

Extracto de una conversación que anda por allí...vagando en el éter...
Amigos que de vez en cuando eran algo más.
El la extraña.
Charla amena, sentados frente a frente, ella con sus piernas apoyadas sobre las de él.
Intimidad que da la confianza de años.
Ella: - A mi no me deja cualquier ómnibus en la esquina, sólo los que yo quiero...
El: - Buena definición... Ya se que es así con vos...
Ella: - ¿ Tengo olor a pata? Son las sandalias...
El: - Ah seee, mi hija les echa la culpa a las zapatillas, las mujeres son todas iguales...

jueves, noviembre 08, 2007

Yo no fui de las mujeres que festejan la sentencia de sus divorcios. No me arrepentí ni un minuto cuando me casé aquella mañana soleada de diciembre en La Barra, lo hacía para toda la vida y con el hombre con quien quería compartir mis días. Mi separación llevó años de desencanto, de confiar, de esperar cambios. Cuando decidí irme ya no había nada que hacer. Me tuve que ir yo, tuve que enfrentar el dolor de la soledad, de mis hijos chicos, de las amenazas de quien era mi marido. Cuando decidió irse a otro país respiré tranquila y hasta me pidió dinero. Hasta hoy me da paz que un ser agresivo, mentiroso, manipulador, esté lejos físicamente de mi vida. Me alejó de mi familia, de mis amigos, de mis afectos. Ya separada, una amiga que hice durante el matrimonio, me contó que una vez que fue a mi casa, él le mostró una bala en la que tenía grabada mi nombre, por supuesto que nunca más fue. Yo trabajé siempre pero nunca tuve una moneda en mi billetera, mis padres vestían a mis hijos, mi marido se compraba ropa, implementos de caza, de pesca y de deportes, viajaba a América y a Europa, se mandaba la parte pero nunca compró ni un litro de leche para nuestro hogar. Embarazada de mi primer hijo me tomó de los pies, me tiró al suelo y me arrastró por la casa ( yo y a pesar de las contras de todos, me había ido a vivir con él a un edificio abandonado y en construcción, sin luz, en otra ciudad, aislada de todos mis seres queridos). Como lloraba me dijo que si lo seguía haciendo me iba a pegar una trompada en la barriga. Muchos años después se desapareció por varios días, supuestamente había ido a cazar por un fin de semana, cuando llegó yo estaba en mi casa, con mis hijos pequeños y me había llevado trabajo para no atrasarme y poder cuidarlos. Cuando entró le dije que estaba nerviosa pensando que le había pasado algo, su respuesta fue pedirme dinero, le dije que no tenía y de la bronca, ante sus repetidos reclamos, le tiré mi billetera para que él mismo lo comprobara. Su respuesta fue una trompada en la cabeza que no vi venir y me tiró hacia un lado. Luego de eso le mentí que lo había denunciado a la policía. El "valiente" nunca más me pegó pero siguió con su violencia verbal y sacándome todo el dinero de mi trabajo. Yo no podía ver eso, me enojaba con quien quisiera abrirme los ojos, pensaba que lo iba a cambiar, luego le tuve miedo y preferí callar, decir a todo que si, no protestar por nada. Algo pasó que me hizo cambiar pero los movimientos tenían que ser lentos e inteligentes porque mi vida corría peligro y no exagero. Desaproveché ocasiones especiales porque siempre terminaba creyendo en sus palabras o temiendo sus reacciones. Un día, después de años, dije basta, me fui de mi casa, me fue a buscar y probó sucesivamente todo: hacerse la víctima, hacerse el arrepentido para terminar diciéndome que si no volvía por las buenas lo iba a hacer por las malas. Volví y a la mañana del día siguiente ya me estaba maltratando y pidiendo dinero. Volví a irme, tuve que alquilar una casa, tuvo la mala leche de ir a buscar a mis hijos y decirles que vivirían mejor con él, en la casa donde se habían criado y con sus amigos de toda la vida. Sufrí mucho, extrañaba a la noche no estar con mis hijos, me preocupaba encontrarlo en todos lados, que me siguiera, que se escondiera en el patio de mi casa para escuchar mis conversaciones. Un día se fue, cuando estuve segura que estaba en el norte volví a mi casa, la que estaba sucia y destruída, llena de porquerías y no había pagado ningún consumo, ni siquiera se preocupó por el bienestar de sus hijos. Antes de ayer mis hijos recibieron una caja del tamaño de una de zapatos, dentro venían cuatro bolsos de lona berretas y hasta iguales, un par de zapatillas violetas talle ( ¡39!) número al que nunca llegará mi hija y un MP4 usado. A la noche llamó y me dolió escuchar la forma en la que mi hija le hablaba, como si fuera un padre amoroso, como si le hubiera cumplido su sueño, como si eso que mandó no hubiera sido un insulto al cariño que ellos todavía le dan. Hoy le escribí un mail y le pedí que me lo contestara, le dije que no jugara más con los sentimientos de nuestros hijos. Me contestó enseguida con una desfachatez que confirma que la maldad existe sobre la tierra. No soy una madre que pone a sus hijos en contra de sus padres pero tampoco les oculto los problemas. Cuando él se fue, junto con el dinero que yo le di para que lo hiciera, me llovieron acreedores y deudas de este señor a las que le he ido haciendo frente y pagando como puedo. Este mismo año terminé de pagar tres. Mis hijos comen, estudian, se visten y disfrutan de sus diversiones gracias a la sangre, sudor y lágrimas de su mamá que se desloma todo el día para darles todo lo que piden. El año pasado el padre de mis hijos ilusionó a mi hija con el cumpleaños de quince que ella sabía que yo no iba a festejarle, le dijo que le iba a enviar el dinero y que no me contara. Por supuesto me enteré, creí en él pero llegado el momento "desapareció de los lugares que solía frecuentar". No llamó ni siquiera para desearle felicidades a la hija el día de su cumpleaños, el 30 de abril. Luego reapareció para prometerle todo para octubre y nuevamente se lo tragó la tierra y ahí apareció el " Angel" que conté en post de setiembre, un hombre maravilloso que Dios cruzó en mi camino y que cumplió la ilusión de mi hija porque "Si vos no sos feliz yo no puedo serlo". Pero pucha, aunque ahora los seres que me rodean me transmiten paz, cómo duele el pasado y la hijoputez de un sorete que ni se merece tal derroche de palabras. Nunca me dijo que me quería ni siquiera cuando se lo preguntaba. No me hago la víctima, fui la culpable de una situación de la que después por temor me fue difícil escapar y de la que pagaré las consecuencias siempre.

sábado, noviembre 03, 2007





Octubre fue un mes cargado de emociones positivas y negativas. Tuve mucho trabajo, responsabilidades, reconocimientos y propuestas laborales. Pude cumplir el sueño de mi hija gracias a la ayuda desinteresada de mi novio. Los preparativos y las ilusiones de ella me contagiaron su optimismo. Tuve muestras de amor de las personas que me interesan. Tuve la triste noticia del fallecimiento de un ser que apreciaba mucho. Tuve un chequeo médico que salió bien. Tuve paseos con la abuela a la que la vejez después de su internación en agosto le ha pegado fuerte. Tuve un encuentro casual con mi amigo de la adolescencia, al que hace años no veía, al acompañar a mi abuela a una consulta con su cardiólogo ( el mismo que atendió a Maradona cuando casi pasa para el otro mundo en Punta del Este). Tuve el susto de la fractura del brazo de mi hija ( la que se deprimió más o menos unos diez minutos). Negocié una deuda de mi ex marido y la pagué ( si, soy una boluda). Mi novio me vio por primera vez maquillada ( y me conoce desde el año 2004) y lo impacté gratamente ( aunque yo no lo registré porque "producida" y todo andaba más loca que una cabra). Tuve la visita de mi suegra que se fue encantada. Tuve la emoción de sentir como los compañeros de mi hijo lo ovacionaban cuando pasó a buscar su diploma de Bartender en la Escuela de Formación Turística en la que sigue estudiando. Tuve la honestidad de pagar por adelantado un evento y ser estafada ( si alguna vez piensan organizar una fiesta por el Este del Uruguay nunca lo hagan en el Convention Center del Complejo Arcobaleno de Maldonado mientras lo administre el "señor" Eugenio Suárez). Tuve un domingo en que pasé llorando por culpa de lo que conté anteriormente y por suerte tenía los hombros de mi novio cerca ( el que me decía que alguna angustia más se me había agregado porque aquello no acababa nunca, casi me deshidrato!). Tuve una pelea con mi hermana a la que se sumó mi cuñado y que duró más o menos quince minutos y terminamos todos abrazados y queriéndonos más ( cuando me enojo soy muy hiriente pero no me callo porque callarse...produce cáncer). En este mes que pasó sentí nervios, ilusión, bronca, tristeza, amor pero nunca resentimiento. La vida pasa a mil y yo la disfruto con una carcajada, hasta en los momentos críticos, por eso cuando me largué a llorar no paraba más, nunca lo hago. Fue un mes intenso. Mi amigo Pedro una vez me preguntó: " ¿ No te pasa a veces que por más que corras tu sombra te persigue?" y su frase siempre la recuerdo. A mi generalmente me persiguen dos sombras, no una y encima las guachas se pelean! ¿ Cómo puedo pretender que la gente me entienda cuando ni yo lo hago? Pero la conclusión es vida bien vivida, con un desafío a cada minuto, con un disfrute del momento, con una explosión de bronca o de amor cuando se siente. A la muerte no le temo, siempre la tuve ahí, cerquita, ya se ha llevado a muchos de mis seres queridos y cuando yo era un bebé me llevó y me devolvió así que estoy segura que cuando llegue el momento me voy a arrepentir de todo lo que hice pero no de lo que no hice en esta vida y pasaré tranquila para el otro lado, hacia donde todos vamos.

Y en noviembre:

Cuando me enteré de su fallecimiento me apené, hace mucho que no teníamos contacto, me cuestioné no haber tenido esa última conversación que aclarara su alejamiento, me pregunté, egoístamente, si me habrá querido tanto como yo lo quise, pensé que si existe un más allá iba a tener una señal. Ayer, casualmente, me encontré con dos grabaciones de su voz, las oí y las oí hasta que comencé a sentir ese sentimiento de tristeza que no es bueno. Luego me di cuenta que ayer, 2 de noviembre, fue el día de los difuntos y que escuché su voz el primer mes de noviembre que él no está en este mundo.

Hoy, 3 de noviembre, mi madre cumpliría sesenta y siete años. Siempre que la miraba, joven, linda, coqueta, pensaba como tomaría la vejez pero no llegó a ella. Se que le hubiese encantado estar en el cumpleaños de su nieta, amaba a sus nietos, amaba las fiestas. A pesar de los años la sigo extrañando y llevando su recuerdo de madre amorosa en mi corazón.