Hoy desperté con una pesadilla y me quedé de ojos cerrados. Acostada en mi cama, tuve la sensación que me alejaba y me alejaba del lugar.

Recordé una experiencia casi similar de hace muchos años. Yo era una niña muy pequeña y estaba en la cama de mis padres, seguramente estaba enferma y la sensación que tuve fue producto de la fiebre.

Me recuerdo observando a mis progenitores discutiendo frente a mi a los pies de la cama, discutían mal y hasta hubo algún manoteo.

Yo observaba sentada, quieta, en la cama enorme de dos plazas. De pronto todo se me hizo lejano. Mis padres se alejaban, gritándose frente a frente, cada vez los veía más lejos. Fue algo raro porque seguíamos a la misma distancia. Yo callada, inmóvil, recostada en el cabezal de la cama. Mis padres a los pies de ella, haciendo el show dramático para su única espectadora: Sammy, la nena pecosa y de grandes ojos tristes.

"Bajaba" a media mañana, caminando desde mi casa a mi trabajo, vivo a una cuadra del laburo, en una zona alta con pendiente hacia el mar. Me llamó la atención la bruma hacia la costa en un día soleado, pensé que se venía "tremenda" tormenta porque el espectáculo no era el de las nieblas habituales que se ven por esta zona. Al salir a la tarde, el olor decía que la bruma era humo y me enteré que los madrugadores se habían encontrado con una ciudad totalmente ahumada y con poca visibilidad. El humo de los pastizales ardiendo en Argentina había llegado al Este uruguayo (¡ qué lo parió!).
Ayer, viendo un noticiero argentino, escuché a un vocero del gobierno de ese país, deslindándose de culpas y acusando a los productores rurales de lo acontecido, por su ambición desmesurada en ganar dinero sin tener en cuenta el bienestar de la población. Más allá de las culpas o no culpas, me llamó la atención una actitud tan infantil en plena tregua de un conflicto entre el gobierno argentino y los productores agropecuarios. Actitudes similares toma nuestro gobierno, siempre "los malos" son los otros, siempre la oposición "pone palos en la rueda", siempre cualquier crítica es tomada como una conspiración para no dejar gobernar.
Más allá del humo y del asombro por los kilómetros recorridos ( mi abuela de noventa y un años siempre recuerda que en su juventud llegaron hasta Punta del Este las cenizas de un volcán que entró en actividad en la Cordillera de los Andes), me asombraron más las declaraciones de este señor y su cara de satisfacción al pronunciarlas.
Me pregunto si el gobierno estará haciendo todo lo posible para apagar el incendio ( que sí es su responsabilidad hacerlo) o solamente se dedicará a avivar con palabras a su favor un conflicto que no tiene por qué dividir a la población.
Pero, ya sabemos, "Divide y triunfarás".
Espero que tanto argentinos como uruguayos ( los orientales de la desaparecida Provincia Oriental) tengamos la suficiente inteligencia, más allá de las cortinas de humo, para no dejarnos manejar por quienes se creen superiores y se olvidan de quienes los pusieron en sus cargos.

Es mi isla. La isla de todos mis paisajes. La que veía cuando salía a la vereda de la casa de mi niñez. La que visité en todos los veranos de mi infancia y adolescencia. Es la isla tras la que se oculta el sol de mi playa. Se llama Gorriti pero este verano la bautizaron Caras. Alguien me contó que se proyecta construir un hotel sobre mi isla boscosa, solitaria, amada. ¿ Será sólo un rumor? ¿ El progreso progresita arruinará una maravilla natural? Hace años escuché una frase que cada tanto vuelve a mi mente: todos tenemos un precio. Qué lástima.