Qué bella sensación dormirme tan cansada
del cansancio más bueno que es el del gozar
entendiendo el orgullo del Amo en su mirar,
cumpliendo en la sesión la tregua autorizada.

Aunque mi agotamiento más que mi fuerza pudo,
pedir unos minutos, esa fue mi intención
pero me desperté sintiendo a mi Señor
cubriendo con ternura a mi cuerpo desnudo.

Y el despertarme así me dio satisfacción,
reviví los momentos del juego consensuado
el dolor y el placer de mi cuerpo entregado
al castigo y poder de su dominación.

Y comprendí que el hombre que acostado a mi lado
me da su protección y su cómplice alianza
es el único ser al que doy mi confianza
es mi Amigo...es mi Dueño...es mi Amado.

Una vez me enviaron un soneto que había sido premiado preguntándome mi opinión. Me pareció muy atrevido opinar sobre una creación que había sido calificada por un jurado destacado y se me ocurrió responder con otro "soneto" que contestaba al del poeta galardonado, cosa que hice enseguida, guiada por la musa de una vivencia que me había ocurrido no hacía mucho y que más bien era jocosa. Resulta que en una etapa de mi vida tuve un amigo ( todavía es amigo) que tenía diez años menos que yo ( que también los sigue teniendo en la actualidad). Pero en aquellos tiempos un día de entre semana yo me quedaba en su casa y digamos que jugábamos a ser más que amigos: Amo y sumisa. En una de esas jornadas llegó un momento en que yo acusé mi mayoría de edad o quizás el día laboral había sido agotador ( ya dije que esto ocurría en días laborables). Le pedí para descansar un rato pero apenas puse la cabeza en la almohada quedé dormida. Me desperté sintiendo que él me tapaba cariñosamente y me quedé quietita pensando: " Ni loca abro un ojo porque se me tira encima". Me dormí de nuevo y al rato me desperté con ganas de orinar, lo miré y dormía plácidamente así que me levanté muy despacio y fui al baño. Cuando entré nuevamente al dormitorio me encontré con mi compañero de juegos sentado en la cama, tapado hasta la cintura y mirándome seriamente ( sólo le faltaba tamborilear los dedos sobre la mesa de luz). Y bueeehhh! Ya me había desvelado así que tuvimos que continuar en donde habíamos dejado...