Ayer vi un video en que un Fidel Castro joven manifestaba que cuando tuvieran un gobierno bueno se cortaría la barba. Han pasado más de cuarenta años de esa filmación...todavía no se ha afeitado. Pa' meditar.

También vi un documental sobre la vida de Gandhi. Parece que este buen hombre decidió vivir en castidad y así se lo planteó a su mujer en una decisión unilateral. Sus hijos y su esposa sufrieron mucho por sus decisiones en las que nunca los consultaba, como la de darle una beca de estudio que estaba destinada a su hijo a otro miembro de su comunidad. Este señor presenciaba cuando las mujeres de su comunidad se bañaban y tuvo a su lado por más de veinte años a una mujer occidental a la que le enviaba cartas eróticas contándole como reprimía sus instintos sexuales hacia ella. Cuando se le criticaba decía que todo lo hacía para poner a prueba su celibato. A los setenta y pico de años se acostaba con su sobrina nieta de diecisiete años, ambos desnudos. Explicaba esta actitud diciendo que era una nueva prueba a la cual se sometía y que había comprobado que no sólo él no sentía deseos sexuales, como le había pasado en sus otros "experimentos" sino que la mujer, repito, su sobrina nieta de diecisiete años, le había manifestado que tampoco los sentía y por lo tanto había llegado a la culminación de su búsqueda en tal sentido. (Viejo choto y degenerado, no te diste cuenta, encima de tu ego, que una adolescente lo único que podía sentir al verte desnudo y deseando dormir junto a ella, era repulsión? )

Dos episodios que demuestran lo peligroso que es transformar a un hombre, terrenal, en un Dios omnipotente.

Podríamos recordar a Hitler, aprovechando un momento crítico de Alemania para manipular a las masas y suicidándose cobardemente antes de enfrentar las consecuencias de sus aterradores actos.

Por eso sigo opinando que la educación, libre y no flechada, es fundamental para que cada persona sepa poner límites, para que pueda razonar individualmente y seguir a un líder si lo desea pero siempre teniendo presente que esa persona está en un pie de igualdad con los demás y que debe de tener la suficiente humildad para escuchar y para reconocer sus errores.

"¡ Con libertad yo no ofendo ni temo!"