Metida en mi castillo de piedra fría y dura
cerré todas las puertas, tapé las aberturas.
Llené mi fortaleza de bronca y de dolores
no atendiendo llamados, no permitiendo amores.
Y pasaba mi tiempo corriendo laberintos
no había día o noche, sólo oscuros recintos.
No lloraba, reía. Gritaba yo mis risas.
Rodaba por el suelo riendo mi desdicha.
Y corría y reía y nunca descansaba
Y no tenía destino mi corrida apurada.
Pero un día o una noche me sentí muy cansada
y en mi oscuro refugio quedé ciega y parada.
A tientas, tropezones, adiviné caminos
llegando hasta la puerta, tocando sus postigos.
Fue difícil abrirla, pesada y tan cerrada
y recuerden amigos, yo estaba muy cansada.
Despacio y con crujidos el portón fue cediendo
y el resplandor del día mis ojos dejó ardiendo.
Y salí al aire fresco respirando la Vida
ahogando en un estanque las penas que tenía.
Por cada pena ahogada emergía una flor
y así yo iba trocando por belleza el dolor.
Sin buscarlo hice algo que no pude por años
lloré muy despacito mis tristezas de antaño.
Afuera, reconozco, aún está nublado
pero si quiero el Sol sólo extiendo mis manos.
Etiquetas: Aunque no lo veamos el Sol siempre está...
4 Comments:
Excelente, es de tu autoría?
Hola don! la hice yo hace unos años y la de la foto soy yo hace unos cuantos años más! jaja!!!
Ahh, picarona...
¿Qué otras sorpresas tendrá guardadas por ahí? :-)
gustavo: Usted ni se imagina!!!!!
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