miércoles, agosto 26, 2009

Entré al banco y me topé con un rubiecito de unos dos años que no me dejaba avanzar. El chiquilín resultó ser un verdadero infierno, corriendo de un lado al otro con una botella de plástico vacía y el sorbito arrollado en la boca, lo que despertaba mi instinto maternal y me obligaba a estar pendiente de que no se ahogara. Mientras, la madre paseaba por el local y conversaba con una voluminosa señora. Los golpes en la pared y en la ventana del botija ya llegaban a altos decibeles así como sus gritos, ya que nunca profirió una palabra. La madre interrumpía su conversación para decirle de vez en cuando "Basta" lo que provocaba en el niño una reacción totalmente contraria a la orden materna. La mujer contaba como una gracia que el hijo ¡ fumaba! " pero no traga el humo" ( faltaba más) o que se despertaba a las siete de la mañana y a ella le gusta quedarse "echada" hasta las doce. Cuando parecía que el enano iba a terminar con el mobiliario y las personas que lo estaban padeciendo, pateando la bendita botella hacia todo objeto inerte y ser humano que se le atravesara en su campo visual, más caídas varias al patinar tomando distancia para tener más puntería, todo acompañado de un gran escándalo de puertas, ventanas, vidrios y murmullos de la gente, la abnegada madre lo amenazó con una paliza, lo que despertó los instintos violentos en el futuro infanto juvenil que la agredió a botellazos y patadas hasta que la progenitora le sacó la botella y empezó a darle para que tenga y guarde. La voz de una de las funcionarias llamando para atender interrumpió el espectáculo y allí marcharon la gordita desaliñada y Chucky, la primera a realizar su trámite, el segundo, a sentarse en una butaca y dedicarse a mover unos de los apoyabrazos tratando de arrancarlo. Tan divertido cometido aplacó sus berrinches y permitió que hasta mi llegara la siguiente conversación: - "Vengo a pedir un préstamo para comprar una casa". - " ¿ Cuántos años tiene?" - " Diecinueve". -"¿ Y en qué trabaja?". - "No trabajo." La cara de desconcierto de la funcionaria era un poema y mi saturación se convirtió en lástima hacia ese pequeño niño que no tenía la culpa de no hablar, de fumar, de ser violento por recibir violencia y de tener una irresponsable mamá adolescente a la que le gusta estar "echada" hasta el mediodía.

4 Comments:

At 27 de agosto de 2009, 12:01:00 p. m. UYT, Blogger Fodor Lobson said...

curioso como con dos frases de la mina es suficiente para entenderlo todo.

pobre nenito

 
At 27 de agosto de 2009, 9:25:00 p. m. UYT, Blogger Miyita said...

A los que agarraría del cuello yo es a los abuelos del niño. (Nieto y madre: victimas de unos abuelos que tienen suficiente edad para haber aprendido algo en la vida, ta bien, podemos maleducar hijos pero en el medio aprendemos algo o no?)

 
At 28 de agosto de 2009, 2:47:00 p. m. UYT, Blogger Gustavo said...

¡Cuantas historias como esta suya ocurren a nuestro alrededor!
Parece que usted pudo mantenerse serena a pesar de todo el espectáculo.
La felicito y ojo con las feromonas.

 
At 31 de agosto de 2009, 10:15:00 a. m. UYT, Blogger lauruguacha said...

Fodor: en poco rato le sacabas la ficha.
Miyita: y esos abuelos repitieron lo de los bisabuelos y así sucesivamente hasta que alguien reaccione, así también será con los hijos y nietos y bisnietos del niño fatal.
Gustavo: Serena no, me banqué la patada en la pierna pero cuando me tocó los papeles que tenía en la mano lo miré con cara de asesina y de ahí en adelante me ignoró. Tuve el impulso de intervenir, sacarle la botella y el sorbito y decirle a la madre una serie de cosas pero la última vez que hice algo parecido terminé denunciada y perdiendo tiempo sin ningún efecto positivo para nadie, lamentablemente yo no puedo cambiar el presente ni el futuro de ese chico, es horrible pero es así.

 

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