Mis estudios en la enseñanza secundaria fueron durante la dictadura militar. El largo de las jumper debía tapar las rodillas de las chicas y el pelo de los varones no debía tocar el cuello de las camisas del uniforme. Se hacían revisiones periódicas y un peluquero "de las bases" esperaba al pelilargo en un salón del liceo. Mi padre me decía con ojos de miedo "¡ No cantes esa canción!" o "¿ Eso lo dijiste en el liceo?" . De un año para el otro los profesores que militaban en el Frente Amplio quedaron cesantes y el director fue sustituído por una directora, la esposa del nuevo jefe de policía. Todavía recuerdo el discurso de la hija de la directora en un acto liceal que terminaba con un "¡Allá ellos con sus mentes retorcidas!" ( ¡De terror!)
La semana pasada, a raíz del maltrato recibido hacia mi hija por parte de una profesora, concurrí inmediatamente al liceo público en donde ella cursa para encontrarme con un revuelo por parte de padres y alumnos por el maltrato generalizado.
Al explicarle a una adscripta que el motivo de mi presencia no era protestar por la pérdida del exámen sino por la forma irrespetuosa en que se la había tratado, la mujer me interrumpió con la siguiente pregunta:
Adscripta: "¿ En qué trabaja?"
Yo: "Soy profesional universitaria...pobre." ( Viéndola venir....).
A: "¿ Y por qué si es profesional universitaria es pobre?"
Yo: "Usted dígame ¿ Por qué le parece?"
A: "¿ Quiere trabajar de profesora?"
Yo (pienso): "Y sii, podría sacrificar mis horas de sueño y después de las catorce horas en mi trabajo enfilar pal liceo."
A: "Yo le digo que voté al Frente Amplio. Le digo más, soy marxista."
Yo: "Yo también voté al Encuentro, lo que no significa que esté de acuerdo con todas su medidas."
A: "No se que quiere hacer porque la profesora está tomando exámen y la directora está
ocupada" ( Levantándose y yéndose seguida por mi).
Caminando las dos por el pasillo nos cruzamos con otra mujer que sin saber quien soy le dice: "Voy a buscar el programa porque todos se están quejando que están preguntando temas que no se dieron pero al delegado estudiantil no le creo nada."
Paso entre los chicos que esperan ser llamados y les deseo suerte y que no se intimiden.
Una de las adscriptas me informa que la directora dice que las quejas las presente por escrito y queda enganchada en una conversación similar con otra madre.
Al otro día, más fresca, proceso la información:
" ¿ En qué trabaja?" "¿ Por qué es pobre si tiene una profesión universitaria?" "Yo voté al Frente, es más, soy marxista." "Al delegado estudiantil no le creo nada." "Presente las quejas por escrito".
Espero, tres décadas después de mi experiencia liceal, no tener que decirle a mi hija con ojos asustados "¡ No cantes esa canción!" o"¿ Eso lo dijiste en el Liceo?" .
Ningún extremo es bueno. La igualdad sólo se consigue con libertad y respeto hacia el otro.