sábado, diciembre 02, 2006

Hace unos cuatro años, mi hija, aún niña, me pidió algo que yo supuse estaba dentro de mi cartera. Le dije que lo buscara y al rato al pasar frente a su dormitorio la veo tirada sobre la cama llorando. Entré preocupada preguntando que le pasaba y me comentó que en mi bolso había visto algo que no le había gustado. Yo, inocente de mi, pensé "¿ un bicho?" y al instante recordé lo que la podía haber afectado. Su mamá tenía preservativos y una mamá no tiene sexo y menos si está separada de un papá. El año pasado nos fuimos con mi vástaga de paseo por un fin de semana y en el hogar dulce hogar quedó mi hijo adolescente. Pues bien, al volver, la niña ya devenida en jovencita, encuentra ... un preservativo, que el hermano como al pasar y sin darle mucha trascendencia reconoce ante mi como de su propiedad. Más allá del destino de encontradora de condones familiares de mi hija, ( mi mayor cuestionamiento a su edad era por qué las monjas no quedaban embarazadas y si sería porque no se casaban ¡ chica católica!), qué tranquilidad me dio saber que los temas hablados con mi hijo como al pasar y cuando surgían no habían sido en vano y que no era tan irresponsable e inmaduro como su progenitora lo veía. Qué tema es ser madre de chicos adolescentes y más cuando el padre está lejos. Creo que el diálogo expontáneo y natural es importante aunque a veces de un poco de inhibición. Ellos son más receptivos y auténticos que nosotros que venimos con años de hipocresías y tabúes. Y el cuidarse y quererse para ellos es prioritario. Y enganchando con este tema aprovecho para tratar otro y es la poca publicidad que se hace a la forma de prevenir el sida ( y otras enfermedades de transmisión sexual). Se ven o se escuchan anuncios de campañas de lucha contra esa enfermedad pero no se dice cómo prevenirla, me parece que los preciosos minutos o páginas que se gastan en informar que se está trabajando para ello y que por consultas se llame o se escriba a tal o cual número, serían más preciosos aún si directamente se dijeran las formas de prevención. En Uruguay, hace unos cuantos años, se realizó una campaña de prevención por televisión donde se veía a un chico poniéndose un equipo de neoprene y luego entrando al mar ¡ qué ridículo mensaje! ¿ No era mejor hablar sin vueltas? ¿ Por qué tenemos tanto miedo a hablar de la sexualidad? ¿ No resulta contradictorio que una embarazada se pasee orgullosa con su panza, la prueba de su copulación, en un país donde hablar de sexo está casi prohibido por las buenas costumbres? Y mientras, han aumentado los casos de sida en nuestro país y el porcentaje de mujeres infectadas, y lamentablemente se ven cantidad de chicas jovencísimas y embarazadas, destruyendo su adolescencia pero también arriesgando la vida en relaciones sin preservativos. Pero sigo creyendo que somos los de cuarenta y pico los que más nos arriesgamos y jugamos a la ruleta rusa una vida sana por un momento de calentura. He dicho.