sábado, marzo 27, 2010

Me levanté a las corridas y salí de camisón, pantuflas y pelos parados a llevar a mi hija a sus estudios.
Ma si - pensé - nadie me va a ver y al llegar a casa me zambullo de nuevo en la cama.
Pero a seguro lo llevaron preso y a mi auto lo atacó algo que me obligó a parar en una estación de servicio, donde el muy hijo de puta se emperró en no abrir su capot.
El pistero me dijo amablemente "¿Puedo señora?" para probar él abrirlo con la palanquita de abajo del volante.
Y allí estaba yo, de madrugada, en la pista de una estación de servicio, desgreñada, sin bañarme ni lavarme los dientes, con un desconocido arrodillado y entre mis piernas.

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