jueves, febrero 11, 2010

El último 31 de diciembre en una siestita rápida soñé que estaba parada y a mi izquierda estaba la entrada amplia de un lugar público. Una mujer aparecía frente a mi y me decía que con anterioridad había comprado algo más caro y que ese día se había enterado que estaba más barato y con un gesto de desagrado levantaba los brazos mostrando un cartel donde decía "10 de febrero 22.30 horas". Al despertar me fijé en el almanaque y ese día caía un miércoles, no tuve dudas que ganaría un juego de lotería que se sortea los miércoles y los domingos. Anoté el sueño en la agenda del nuevo año para recordarlo ya que no soy timbera. Con el correr del tiempo la optimista certeza se me fue transformando en interrogante: ¿ Y si en ese día y a esa hora me voy a morir? Lo conté a mi familia y en el trabajo e hicimos miles de bromas. A horas del hecho estaba en mi casa, sola, tirada en la cama, mirando televisión cuando recibí un mensaje de texto de una amiga que no conocía mi sueño: " ¿ Vamos al teatro? Hoy 22.30". Con pereza contesté que si porque si no sacaba el cinco de oro debería estar atenta al mensaje del Universo en el teatro, aunque fuera a que el techo no se me cayera encima. Con la confirmación televisiva de que el azar no era lo mío marché hacia el lugar y al llegar llamé telefónicamente a mi amiga que no contestó. A minutos de las veintidos treinta bajé del auto porque si mi destino era morir no quería hacerlo sola. Al llegar frente a las marquesinas sentí que me llamaban y di la vuelta para encontrarme con una conocida: "Hola Uru cómo estás qué calor hoy tuve que ir a Montevideo y no sabés estas sandalias que compré a mil novecientos en el shopping de la terminal hoy las vi a mil cuatrocientos porque están de liquidación bla bla bla..." y en ese momento me di cuenta que estaba parada con la entrada amplia del teatro a mi izquierda y una mujer frente a mi me estaba diciendo que había comprado algo más caro de lo que valía actualmente, miré el reloj, eran las veintidos treinta del diez de febrero y mi sueño se estaba cumpliendo literalmente. Mi mente complicada, extremista y femenina había tratado de interpretar lo obvio, entré apurada a la función y al salir y prender el celular recibí un mensaje de mi socia: "¿ Te moristeSSS o sacaste el cinco de oro?" . Ni lo uno ni lo otro, simplemente me sorprendí, una vez más, de la magia de la vida.