Etiquetas: Me encantan los árboles con ojos...
Caí al fondo de los fondos. Despojada de todo...sólo así pude comprender. Dicen que con un milagro sos beata. Mi milagro es haber sobrevivido. Se que nada es igual. Nunca seré santa pero las culpas quedaron allí...en ese lugar frío y oscuro al que nunca más volveré.
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Estaba con mi novio en la cola de un banco pero me cerraba otra oficina. Le pedí que se quedara y en el apuro le dejé mi cartera que caballerosamente tenía para que yo no con cargara con ella. Realicé el trámite y cuando volví el banco había cerrado. Como hay un ventanal le hice señas al policía de la puerta, el que me dejó entrar sonriendo y diciéndome que el grandote de cartera colorada le resultaba sospechoso. Mi novio al verme llegar le había avisado: " A esa señora que está afuera le estoy haciendo la cola". Cuando le pregunté que le había respondido el guardia, mi peor es nada me dijo que lo miró con cara de " Lo felicito pero a mi que me importa hijo de puta".
Etiquetas: Y see nos divertimos barato
Tengo dos recuerdos de mi infancia en los que miro feliz y orgullosa mis zapatos.
El primero es del colegio primario, llovía y el recreo era en los pasillos por donde corrían niños para todos lados. Pero yo nos los percibía, yo estaba parada contra una pared mirando mis botas para lluvia coloradas. No eran duras, eran blanditas y tenían una imitación de botón al costado. No se quien me las había comprado pero nadie las tenía y a mi me encantaban al punto de pasarme un recreo mirándolas fascinadas.
El segundo es del día en que cumplí nueve años. A mi madre la habían operado y mi abuela me llevó al sanatorio a visitarla. Seguramente fueron mis padres quienes me regalaron unos zapatos redondeados y de charol blanco con una piedra colorada. Quedé hipnotizada ante tanto derroche de mal gusto y me recuerdo llegando del sanatorio, caminando por el corredor hacia la casa de mi abuela y mirando los para mi preciosos y relucientes zapatos que llevaba puestos a pesar del calor de aquel noviembre de mil novecientos setenta.
Hasta hoy quedo paralizada ante la vidriera de una zapatería y es el accesorio que más me atrae. Puedo olvidar la cara de alguien o su vestimenta pero seguramente me acuerde de su calzado aunque no juzgo ( ¡No me gustan las zapatillas que se compra mi novio!).
Mi amor por los zapatos es directamente proporcional al odio por los dedos gordos de mis pies pero no es la razón para taparlos porque adoro usar sandalias y mirarlas aunque los dos energúmenos asomen descarados.
( Por favor, abstenerse de comentarios sobre olores a pata y la simpleza de ser feliz observando un objeto).
¿ Qué la vida no es magia? ¿ Qué el Universo no te da lo que deseas? ¿ Qué lo que necesitas no está al alcance de tus manos ( o de tu cabeza)?
Caminaba tras élllll por el super, buscábamos bebidas frías pero "la calor" había arrasado con los líquidos refrigerados.
Nos íbamos a la playa y pensé que tendríamos que tener una heladerita cuando algo golpeó en mi cabeza. Era un bolso térmico que cayó solo en un pasillo con góndolas llenas de refrescos. Allí arriba, lejos de la vista y en el estante más alto se encontraban los bolsos que nunca hubiese visto si uno no cae sobre mi zabeca. Dos empleados del super corrieron a auxiliarme y me pidieron disculpas por el bolso saltarín pero si les decía que había saltado al llamado de mi mente hubiese quedado como una loca. Al bolso no lo llevé aunque lo miré con cariño: "coshita vuelvasé al estante que va a pasar más lindo aquí que en los cuarenta grados de afuera".
A ver, a ver...¿ Quién es capaz de decirme que la vida no te da lo que te mereces? ( Por ejemplo a mi me dio un buen golpe en la sabiola, deshí que tengo un buen balero paguantarrrr lo que venga, este qué!)